Un mundo para todos y todos para el mundo

04 Julio 2011

Pensemos por un momento... ¿qué pasaría si todos los días expresáramos una frase amable o realizáramos una buena acción hacia las personas con las cuales convivimos, trabajamos o que caminan a nuestro lado?

Verónica Zamorano >
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Muchos son los  que han soñado con habitar en un mundo donde el valor de la persona este sobre el dinero y  el status social, de vivir en un lugar donde cual mosquetero el lema sea “uno para todos y todos para uno”.

Lamentablemente, gran parte del mundo actual ha dejado atrás esos libros de capa y espada, así como sus enseñanzas para sumirse en los mares del consumismo y el individualismo. Donde el tiempo es dinero y no existe un segundo para pensar en los demás.

Es una lástima que la sociedad en general padezca de esta enfermedad. Ya no es usual ceder el asiento, decir un por favor u ofrecer las gracias por cada acción que nos beneficie. No son visibles, a menudo, la caballerosidad, el respeto mutuo y la tolerancia.

Se olvida el significado original de la palabra utilidad, que es la cualidad de aquello que trae o produce provecho, comodidad y frutos. Esta acción invisible desempeña un rol muy importante en nuestra carrera por la vida, pues ser útil significa además, sentirse a gusto con lo que trabajamos y hacemos, es la esencia misma del amor para con nuestros semejantes.

Ser útil para ese "otro", significa que te necesiten, que eres importante, que el vacío del momento desaparezca, ante cada palabra o acción concreta, expresada sin temor ni titubeos. Nuestra utilidad debe radicar en la necesidad, la satisfacción o conformidad ajena, tanto laboral como cotidiana. No en esperar recompensas sino en  encontrarse mucho más allá de lo terrenal, pues cada acto de buena fe eleva el espíritu, engrandece el alma y la ennoblece.

Ser útil es tener varias buenas cualidades. No somos súper héroes, no tenemos poderes especiales y, mucho menos, podemos hacer todo cuanto quisiéramos. Sin embargo, sí podemos ser capaces de modificar para bien el entorno que habitamos. La justicia radica en cuánto podemos hacer, y en el número de vidas o corazones que hayamos impactado con nuestras acciones.

Pensemos por un momento... ¿qué pasaría si todos los días expresáramos una frase amable o realizáramos una buena acción hacia las personas con las cuales convivimos, trabajamos o que caminan a nuestro lado?.

Puede que un te quiero por  la mañana, un tiempo para escuchar a nuestro compañero de trabajo, que alguien le dedique una hora de su tiempo a un vecino enfermo. Puede que una mujer o un hombre precisen de una frase alentadora que les recuerde que valen la pena vivir, que aunque todo parezca desmoronarse, siempre habrá una nueva mañana.

Tal vez ya es hora de que en esta sociedad, consumista, individualista  y cambiante, pensemos en caminar un poco más y acomodar en nuestro libro de registro un espacio  en el que nos acordemos de los demás.

Foto: www.flickr.com/photos/alvy